Nunca es tarde


Había sido la mejor de la clase cuando estudiaba en el colegio y fue alumna destacada en el liceo. Tuvo la oportunidad de ir a la universidad en una época en la que muchas mujeres no lo lograban. Se convirtió en una profesional exitosa.

Su vida afectiva había sido plena. Se había casado con el muchacho al que amó desde el primer día y tuvieron hijos. Estos estudiaron, se independizaron y formaron sus respectivas familias. El tiempo transcurrió, llegó el momento de su jubilación, su esposo tuvo un accidente y murió después de una larga agonía, y sus hijos se fueron a vivir al exterior buscando nuevos horizontes.

Su vida dio un vuelco de 180 grados. Todo lo que había logrado se había esfumado. Ya no tenía un motivo para luchar – al menos así lo creía. Se encerró en su casa, las enfermedades empezaron a acosarla y las únicas visitas eran al médico.

Las salidas a tomar el té con sus amigas pertenecían al pasado, las idas al shopping a comprar ropa y accesorios para verse y sentirse mejor habían terminado. Las llamadas a sus hijos y nietos se habían espaciado. Lo único que le quedaba era sentarse a esperar la muerte.

Un día un rayo de luz iluminó su vida. Mientras caminaba cansadamente dentro de su casa escuchó algo en la radio que actuó como un disparador para el cambio. El locutor decía “Las investigaciones revelan que la salud física no es el mejor indicador de un envejecimiento exitoso, lo que importa es la ACTITUD. Las personas que pasan mucho tiempo sociabilizando, leyendo o participando en actividades al aire libre envejecen mejor”.

En ese momento su cerebro hizo un clic y decidió cambiar su estilo de vida. Se anotó en un curso de fotografía, aprendió computación, empezó a crear blogs y dio clases de jardinería en la junta local. Decidió dejar de tomar tantos remedios automedicados y ahorró ese dinero para viajar más seguido y visitar a sus hijos y nietos.

Ya no era la vieja rezongona llena de complicaciones. Era una mujer plena, adulta mayor, feliz de poder estar más cerca de sus seres queridos, aunque fuera por chat. Se compró un celular, algo inimaginable años atrás. Se empezó a vestir a la moda, hasta retomó contacto con un viejo amigo de la adolescencia y comenzaron a salir juntos. Se sentía plena, con un bagaje de experiencia que fue acumulando en ese trayecto llamado VIDA. Juró que no se permitiría sentirse VIEJA e INÚTIL.

Lina, mi vecina, nos dio un ejemplo de vida que todos debemos emular.

Acerca de Rosina Peixoto

I still have the capacity for wonder
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